El que estuvo en Auschwitz “nunca pudo salir”, y el que no, “nunca podrá entrar”. Judith Horvath, sobreviviente del campo de extermino nazi que funcionó en Polonia, hace suya una frase de Jack Fuchs, con quien padeció, entre otros miles, los sometimientos de las fuerzas alemanas.

En declaraciones a la Agencia Judía de Noticias, asegura que medio siglo después de aquellos días de represión todavía no logra “comprender lo que pasó”.

Aunque reconoce: "Fuimos despojados de todo humanidad, uno se convirtió en una cosa, el padecimiento más grande, el psíquico, no el físico. Pudieron hacer lo que quisieron con nosotros, nos podían patear, matar…absolutamente imposible de olvidar".

"No había respeto, fue muy difícil de mantenernos en la posición de decir “soy humano no merezco ese trato’", agrega.

Horvath tiene 78 años y cree que si bien en un principio el mundo “tomó conciencia de lo que fue realmente la Shoá”, luego incurrió “en una discriminación contra los judíos”, en especial en Europa Oriental.

"Toda tiranía, discriminación o dictadura termina en un Auschwitz", afirma Horvath, que trabaja como counceller, consultora psicológica.

También hizo referencia al presidente iraní Mahmud Ahmadinejad, quien reiteradamente negó el Holocausto. “Lo hace para vilipendiar a los judíos e Israel, no puede soportar que el Estado judío exista, que crezca. Es imposible decir que no existió, hay documentos, testimonios, es un estúpido y un malvado a la vez, el mundo conoce la realidad".

Para Horvath, las futuras generaciones "deben alzar la voz y gritar. Difundir que todas las personas somos iguales, que los tiranos como el presidente iraní y sus seguidores no sirven para la humanidad y la llevan a la  destrucción".

Durante la Segunda Guerra Mundial, Micheline Papiernik participó de la resistencia francesa contra el nazismo. Para ella, la Shoá significa "un gran agujero negro sin fin",  “una herida abierta que no se puede olvidar jamás", y coincide con la afirmación de Horvath: El que "no estuvo nunca en Auschwitz no puede entrar".

Uno de los hechos más trágicos que recuerda Papiernik ocurrió en el pueblo de Oradour Sur Glan, donde los nazis "llegaron y quemaron a las mujeres en una Iglesia y fusilaron a los hombres para que denuncien quienes habían secuestrado un auto con altos oficiales".

Auschwitz, para Papiernik, es la muerte de toda su familia, “principalmente de los niños como mi hermana menor, a quien enseguida la llevaron a la cámara de gas”.

“Mi mamá la acompañó, no la quería dejar sola", testimonia.

Al igual que su marido Charles, autor de varios libros y fallecido hace poco tiempo, pensaron que el mundo jamás volvería a permitir una atrocidad semejante, pero la realidad  demuestran que el "ser humano no aprendió nada".

La juventud, al igual que dijo Horvath, debe luchar para evitar "toda difamación y discriminación. Hay que transmitir que se quiso exterminar a un pueblo sólo por ser judío. Hoy hay mucho interés en saber lo que ocurrió", se esperanza Papiernik.

Elena, su hija, dijo sentirse "alegre" de que se empiece a recordar el Holocausto en el mundo, que sin embargo no aprendió “lo que pasó”.

Al respecto puso como ejemplo la represión ejercida por la última dictadura militar argentina y el genocidio de Ruanda.

Para ella, sus padres son "héroes y mártires" y siempre le hablaron sobre los padecimientos. Más allá de la tristeza, ese hecho, para Elena, es motivo de “alegría”.